Como en el Sacromonte granadino

Carmen Ibor Ruspira ha sido todo un referente dentro de la educación de la etnia gitana. Ella vivió con singular pasión y acierto el tránsito desde la Escuela Parroquial donde se educaba  dicho alumnado, a través de un convenio entre el Ministerio de Educación y el Departamento de Pastoral Gitana (Conferencia Episcopal), a la integración en los centros ordinarios, pasando por la Escuela Puente de Gitanos. Este artículo se centra en el periodo de cinco cursos durante los que Carmen se enfrentó, sola, en un insólito paraje, a una realidad social estremecedora, donde todo estaba por hacer.

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