Senderos de Gloria: Stanley Kubrick y la Gran Guerra

“No permitáis que la ambición se burle del esfuerzo útil de ellos De sus sencillas alegrías y oscuro destino; Ni que la grandeza escuche, como desdeñosa sonrisa los cortos y sencillos hechos de los pobres. El alarde de la heráldica, la pompa del poder y todo el esplendor, toda la abundancia que da, espera igual que lo haga la hora inevitable. Los senderos de la gloria no conducen sino a la tumba”.


Hay pocos cineastas que -como Stanley Kubrick- presenten tantas posibilidades de utilización didáctica para nuestras aulas de Bachillerato. Ello se debe a dos motivos fundamentales: la temática general de su cine, su filosofía sobre el hombre y el mundo, podríamos decir; y la concreción de temas en su cine. Comenzando por lo último, efectivamente Kubrick ha sido un director que ha tocado temas históricos de singular importancia y con un tratamiento profundamente personal. Sin ánimo de ser exhaustivos citemos: Roma y la rebelión de los esclavos (Espartaco, 1960); la I Guerra Mundial (Senderos de Gloria, 1957); el siglo de las luces (Barry Lyndon, 1975); la amenaza atómica (Teléfono rojo, volamos hacia Moscú, 1964); la carrera espacial (2001, Una odisea del espacio, 1968), La violencia en las sociedades desarrolladas (La naranja mecánica, 1971), la guerra de Vietnam (La chaqueta metálica, 1987). Y por otro lado, tanto para la Historia como para la Filosofía de Bachillerato, la visión de Kubrick resulta ciertamente motivo de reflexión: el hombre no parece encontrar su lugar en un mundo violento, ciego y a menudo irreconocible, donde la brutalidad gratuita, el crimen de Estado, el arribismo, la locura, la crueldad doblegan la voluntad dirigida al bien y el proyecto de una vida racional. Irremediablemente, haga lo que haga el ser humano la fatalidad (Atraco perfecto, 1956), la alienación (El resplandor, 1980) o el poder acaban por destruir cualquier proyecto. Bajo las premisas de un existencialismo del desarraigo, el cine de Kubrick, no obstante, no resistiría el paso del tiempo tan bien como lo hace si no fuera por una formalización fílmica tan extraordinariamente potente y artística que lo convierten sin género de dudas en uno de los más grandes cineastas del siglo XX.
Para profundizar en estos aspectos a través de la película Senderos de Gloria, tres alumnas de 1º de Bachillerato (Patricia Cuello, Marta Caminos y Sara Güemes) han escrito para Dovela este artículo.