Museo – Ejemplares

Los seres vivos que conocemos representan un pequeñísima parte de la gran variedad que existe en el planeta Tierra. ¡Se cree que el número total de especies puede ser entre 4 y 100 millones! De las cuales, se han podido identificar alrededor de 1.8 millones; ¡Escasamente estamos empezando a conocerlas!

 ¿Cómo se puede poner un poco de orden a toda esta inmensidad de especies? A este reto se han enfrentado los biólogos y naturalistas de todas las épocas. Aunque utilizando los medios y conocimientos de cada época, siempre se ha buscado que la clasificación cumpliera dos requisitos: que comprendiera a todos los seres vivos conocidos en ese momento y que ninguno de ellos pudiera pertenecer a dos categorías diferentes. Cómo imaginarás, la tarea no es nada sencilla, y continuamente va apareciendo nueva información que hay que ir incorporando en dicha clasificación.

La primera clasificación de los seres vivos importante la realizó Aristóteles (384 – 332 a C) que clasificó a los seres vivos en dos grandes grupos: animales y vegetales. Con el paso del tiempo estas agrupaciones resultaron poco prácticas y fueron modificadas, pero se le reconoce el mérito de empezar a ordenar el conocimiento de los seres vivos.

Fue un naturalista sueco, Carl von Linné (1707 – 1788) el que estableció el sistema de clasificación que todavía sigue vigente en la actualidad. Se basó en las semejanzas de la forma y la estructura de los organismos, y pensó que los seres vivos más parecidos en forma, podían pertenecer al mismo grupo, y los que eran menos parecidos pertenecerían a grupos diferentes. Así creó y nombró cada uno de estos grupos, llamados taxones, que de lo más general a lo más particular son: 

Reino, Filo, Clase, Orden, Familia, Género y Especie.

Imagen de Tom Frydenlund en Pixabay

Además de poner nombre a cada uno de estos grupos, Linné estableció una norma estandarizada para denominar diferentes especies de seres vivos mediante la combinación de dos nombres en latín:

– El primer nombre hace referencia al Género al que pertenece y se escribe con mayúscula.

– El segundo, que es un descriptor específico, designa a la especie y se escribe en minúscula. Éste puede hacer referencia a su descubridor, a su nombre vulgar, a su 

localización, a si aspecto físico…

El conjunto de ambos es el nombre científico de la especie.

Sabías que…La persona que describe por primera vez una especie (su «autor») es la que tiene el privilegio de darle nombre. Lo más habitual es que el nombre haga referencia a alguna característica del ser vivo, a su localidad o en honor a personalidades …

Pe: Legionella shakespearei

La descripción de los ejemplares las han realizado los alumnos de 4º de ESO de la asignatura de Cultura científica y de 2º de Bachillerato con la asignatura de Ciencias de la Tierra y medio ambiente, bajo la supervisión de las profesoras Eva Garcia Malo y Teresa Tiñena. Esperamos que os gusten y aprendáis un montón acerca de la biodiversidad que puebla nuestro planeta.

El equipo