Antonio Escarpa, profesor del IES Domingo Miral, ha sacado su primer disco a la venta: Ventanas. Además, canta en el grupo vocal Algarabía y toca el saxo en la banda de música Chicotén.
- Ya sabes, ahora con Internet, el anonimato es imposible. Nacido en Guadalajara, ¿cómo llegaste hasta el Pirineo?
Lo que no se cuenta en Facebook es que el haber nacido en Guadalajara fue mera casualidad, ya que mi familia era de allí, pero, cuando yo nací, mis padres vivían por entonces en Toledo. Allí fue donde pasé mi niñez y adolescencia. Luego mi familia se trasladó a Madrid, donde estudié Arquitectura Técnica y empecé a escalar y esquiar. Mi pasión por la montaña fue decisiva en la elección del sitio donde quería vivir. Comencé a venir por aquí con más frecuencia, ya que mi compañero de escalada trabajaba de guía de montaña en Biescas. Luego conocí a una chica –mi mujer- y, para envidia de mis amigos madrileños, aquí sigo desde entonces.
- Antonio, yo desconocía esta faceta tuya pero me imagino que la música ha sido una pasión de toda tu vida, ¿cuándo comenzaste?, ¿cuántos instrumentos sabes tocar?
Recuerdo que de niño me gustaba cantar. Mi madre, que estudió piano, me apuntó a clases a los 7 años, pero lo dejé enseguida. Entonces la educación no era como ahora, y el estudiar piano con una “abuela” vestida de negro en una habitación lúgubre no me resultaba nada atrayente. Poco después empecé a aprender bandurria en el colegio, lo que me sirvió más tarde para tocar en una tuna. También pasé una época en la que llevaba siempre una armónica en el bolsillo de mi cazadora -pido disculpas a mis pacientes sufridores-. Pero mi pasión siempre fue la guitarra. Comencé a tocarla con amigos a los 14 años y he seguido con ella hasta ahora en plan autodidacta, aunque estuve estudiándola tres años en la Escuela Municipal de Música de Jaca. El no haber tenido una formación musical académica era una espinita que tenía clavada, así que, ya de adulto, decidí estudiar música y cursé saxo en el Conservatorio de Sabiñánigo; ahora lo toco en la banda Chicotén de Sabiñánigo. Esos conocimientos musicales me han servido también para poder cantar en el grupo vocal Algarabía de Jaca.
- Supongo que para haber llegado hasta aquí, hay que transitar un largo camino de tesón y esfuerzo ¿A qué dificultades tiene que enfrentarse un cantautor para sacar un disco?
Llevo muchos años haciendo canciones, pero, salvo una época en las que las cantaba con un grupo de amigos, éstas se habían quedado siempre en casa. Jamás me planteé el darlas a conocer. Lo de editar un disco fue pura casualidad. José Antonio Querol, profesor de batería de mi hijo, quien era conocedor de mis aficiones musicales, me propuso grabar una canción en su estudio. Yo, con mucho temor, elegí una composición mía titulada Armanda. Él la editó y la colgó en Youtube. A los amigos les sorprendió tanto que, una vez perdido el pudor inicial, decidí dar a conocer otras. A pesar de que buena parte de los temas estaban hechos, hemos estado trabajando en el disco durante algo más de un año. José Antonio es un “crack” produciendo, tiene un gusto exquisito y ha sabido dar al disco un estilo que dista de lo que el público suele entender como el “típico cantautor pesado”. El publicar un disco supone un enorme esfuerzo, pero éste es compensado por la ilusión y satisfacción personales. La principal dificultad es el coste económico que ello conlleva. No sé si lo llegaré a amortizar, pero nunca ha sido mi objetivo en la vida el hacerme rico. Doy el dinero invertido en él por bien empleado si ello supone el compartir mis momentos de disfrute con otras personas.
- Estamos acostumbrados a escuchar en radio y en televisión a cantantes cuyas composiciones (tanto letra como música) son de otros autores, pero tú conjugas tres facetas: música, letra y voz. ¿Qué llega primero: la letra o la música?
El otro día escuché en la radio a Ana Belén promocionando su último disco con Víctor Manuel sobre versiones de otros autores. Eso significa que ni siquiera han tenido compositores que les hayan hecho temas propios. Me sorprendió que ella, a la que admiro por su voz y estilo, se lamentara de no tener la facultad de componer a la vez que alababa a los que sí la tenían. En mi caso, ya que no tengo ningún tipo de condicionamiento comercial, las canciones surgen de una necesidad interna de transmitir algo; por eso todas ellas están llenas de sentimiento y su escucha resulta, según me van diciendo los oyentes, muy emotiva. Normalmente, cuando eso sucede, cojo la guitarra y enlazo unos acordes con una simple melodía a la que acompaña alguna frase; es decir, un todo en uno. Si la cosa tiene sentido, no paro hasta acabar el tema; si no, se queda en el tintero y rara vez lo retomo. Pero también hay canciones que han surgido directamente en mi cabeza –sin guitarra de por medio- caminando, montando en bicicleta o escalando una montaña. En ese caso, si puedo, uso el móvil para grabar la voz y luego retomar el tema en casa.
- Supongo que hemos idealizado románticamente la figura del artista pero después de la primera inspiración procedente de la musa ¿cuántas horas de trabajo hay tras cada tema?
No hay un estándar: hay canciones que se te resisten más y has de dedicar mucho tiempo para acabarlas; otras las cambias mil veces y parece que nunca se terminan. Para la mayoría de ellas necesitas unos cuantos días de trabajo. Pero el récord es de Noches en Vela: el cuerpo me estaba pidiendo hacer un nuevo tema y la canción surgió como un torbellino en el tiempo en que estuve sin luz durante una tormenta de verano -alrededor de un par de horas‑, aunque luego tuve que añadir una nueva estrofa por “exigencias de mi productor”.
- Hagamos un repaso de tu álbum. Ella y Armanda se refieren a dos mujeres en África, ¿nacen de alguna estancia en ese continente? Por otra parte, el lema que acompaña a Ella (La niña de Mali) (“La sonrisa de los niños africanos tiene un encanto especial que apenas he notado en los del Primer Mundo”) me recuerda a unas palabras de Lancy Dodem (primer niño apadrinado de la fundación Vicente Ferrer): “Me asombró que en España la gente lo tenía todo pero no sonreía en su día a día”. Explícate: ¿es que necesitamos más sonrisas y alegría por los pasillos del instituto?
Estuve cantando en Camerún y Malí con un coro. Armanda es una camerunesa que, digamos, se “enamoró” de mí. Lamenté el no poder corresponderle, ya que tengo mujer, por lo que lo único que puede darle fue una canción. La magia de la música o la literatura te permite el “vivir” situaciones ajenas a la realidad, que te llenan emocionalmente. ¿Quién no ha soñado con ser un personaje de un libro o una película? Pretendí hacer un tema de amor muy simple que transmitiera sobretodo sentimiento, un poco al estilo de Yolanda, de Pablo Milanés y me salió esa bonita canción de amor.
Ella se refiere a una niña que se me acercó cuando visitaba un pueblecito en Malí. Me cogió de la mano y me acompañó por sus calles y casas, como si estuviera orgullosa del duro entorno en que el destino la había situado. Eso me hizo plantearme el por qué nuestros hijos no sonríen como lo hacen los niños en África, cuando los nuestros tienen más de lo que necesitan y los africanos tan sólo pueden jugar a la pelota en la calle o bailar y cantar al son de un “djembé”. Los apuntamos a veinte actividades diferentes organizadas para ellos por adultos y les compramos lo último que haya salido al mercado, pretendiendo suplir con ello la carencia de amor. No son ellos los que eligen cómo emplear sus ratos de ocio, ya no hay juegos en la calle, no hay contacto físico, en el fondo, se masca tedio y tristeza. Por eso esta canción, aunque melancólica, había de ser explosiva. Cuando oí por primera vez los arreglos con coros y tambores africanos que metió mi productor José Antonio Querol en el tema me trasladé de nuevo a África y, como dice la letra de la canción, “una lágrima recorrió mi faz”.
- Todos me dicen que eso es algo normal, / tarde o temprano te suele llegar (Cerca de ti) ¡Ah, qué descubrimiento!, eres todo un poeta del amor: Aquella muchacha, Noches en vela… ¿Son el amor y la pasión los motores del universo? ¿Cómo fue la sonrisa de Carmen cuando te escuchó cantar Mil años?
Es evidente que el amor es lo que nos “mueve a movernos”, lo que nos da vida, ilusión, y con ello me refiero no sólo al amor sexual sino al que podamos sentir ante cualquier relación o actividad de nuestra vida. Me decía un alumno el otro día que no entendía por qué el 90% de las canciones que se hacen tienen como tema el amor. Espero que esta entrevista le resuelva la duda. Sin amor todo es gris, nada vale la pena. Por eso me disgusta mucho el oír continuamente ese “me da igual” de mis alumnos. Si algo te da igual es que no lo aprecias lo suficiente y, por tanto, jamás llegarás a descubrir lo que otros sí han visto en ello. Evidentemente no todo te ha de gustar o satisfacer en el mismo grado, pero la carencia de ilusión terminará por pasarte factura y jamás conocerás la pasión.
La sonrisa de mi mujer al oír la canción que le compuse, vino acompañada de un ¡yo no soy tan vieja! He de aclarar que en este caso 1000=25. Hice la canción para agradecerle esos veinticinco años de vida en común, que, dado los tiempos que corren, son mucho. Es curioso que haya tantas canciones de amor y ninguna hable de las “superwomen”. Me refiero a la mujer que, como digo en mi canción, es a la vez madre, esposa y amante –por orden natural, no cronológico-. Lo de trabajadora se da por hecho -la reivindicación se la dejo a los sindicatos‑. Muchas amigas me han dicho que la canción “les va como un anillo al dedo”. Afortunadamente para mí todas estaban ya casadas.
- Los cantautores soléis leer lírica; sin ir más lejos, yo escucho también a Antonio Machado en tu Monotonía. ¿Te gusta, en especial algún poeta?
Es todo un halago que me digas eso, ya que yo no me considero poeta, y mucho menos de semejante calado; simplemente escribo letras con música. Leí a Machado por primera vez en el colegio y lo oí en la voz de Serrat. Todavía me emociona “Cantares”. Hace unos años la canté a dúo con Marisol Mediavilla –una exprofesora del instituto- en un homenaje a otro profesor fallecido: Antonio Core, padre de Ana Core. Cuando Concha Tovar, su mujer, me dijo que Machado había sido su poeta favorito, me emocioné aún más de lo que lo había hecho en el escenario. Creo que debo tener todavía un buen tocho con sus poesías completas y en algún cajón un par de poesías suyas musicadas por mí, ¿quién sabe si saldrán algún día a la luz?
Mis gustos poéticos son un poco clásicos. Lo más vanguardista no me va demasiado, quizás porque necesito métrica para musicar poemas. Me quedo con la poesía de mediados del XX. Alberti me gusta por su sonoridad y ritmo y José Hierro por su vanguardismo. Aprovecho para recomendar también a mi primo Gonzalo Escarpa, un poeta contemporáneo que, milagro milagroso, consigue vivir de ser poeta.
- La letra de Lo que se fue ha sido escrita por nuestro otro compañero Nacho García. ¿Cómo surgió esta colaboración?
Hace unos años se celebró el año internacional de las personas con discapacidad. Con ese motivo en el instituto estuvimos trabajando en variadas actividades. Una de ellas fue la celebración de un festival de música y baile. Un día Nacho García me trajo una letra suya y me retó a ponerle música para cantarla en el festival. Hablaba de alguien que se había quedado parapléjico y de la inmensa capacidad de lucha que normalmente tienen las personas con discapacidad para superar las dificultades con las que se encuentran en la vida. Un compañero mío de escalada había sufrido un accidente de moto que le dejó parapléjico y admiraba su ilusión por no quedarse en casa sentado en su silla de ruedas, por las ganas de seguir disfrutando de la vida. De hecho siguió practicando deportes de aventura en la medida que su discapacidad se lo permitía: parapente, trineo con perros, etc. Me acordé también de un antiguo alumno del instituto al que ocurrió lo mismo en una carrera ciclista, de cómo todos colaborábamos para subirlo en su silla a la primera planta del centro –aprovecho para decir que aún seguimos sin ascensor- y de las ganas que tenía de terminar su bachillerato y continuar con su vida. Sentí que debía aportar algo de mi parte y así nació este tema.
- Me parece muy original el diseño de la carátula con tu sombra portando una guitarra, quizá un fantasma en la ventana, Titín, ¡la ovejita de Norit!… ¿Qué te sugiere esta portada?
Tengo una amiga, Ana Campillo, que es una genial ceramista. Un día en su casa vi unas cerámicas que me alucinaron: ¡eran sombras arrojadas sobre puertas con contraventanas! Me estaban pidiendo a gritos ser la portada de mi disco. Ella me dio su consentimiento para fotografiarlas y manipularlas para adaptarlas al formato del disco. Las sombras eran en realidad de ella y yo añadí la guitarra para que parecieran de un cantautor. Me apetecía que el músico mirara a la izquierda, así que invertí la foto. Para mi sorpresa el borreguito ya no se llamaba Norit sino que, en un “flash”, apareció en mi mente la palabra Titín. Ese era mi apodo hasta que me volví formal y me empezaron a llamar Antonio. De hecho mis amigos de Madrid todavía me siguen llamando así. No pude resistirme al capricho de que apareciera “Titín” acompañando a Antonio Escarpa, creando así más ambigüedad a la que ya aporta de por sí la composición de la portada.
- Escuchas a Hilario Camacho, Serrat, Antonio Vega, Joaquín Sabina, Manolo Tena, Pablo Milanés, Cánovas Rodrigo Adolfo y Guzmán, Cecilia, Bob Dylan, Eric Clapton, Carole King, Credence, etc. Venga, Antonio, más difícil todavía, ahora quisiera que me nombraras a un autor que te guste cuyo nacimiento sea posterior a 1970.
Sí que me lo pones difícil, porque sólo me sé las fechas de nacimiento de mi familia. Menos mal que tenemos Wikipedia. Un momento.… A ver, Sabina es muy viejo, Serrat no digamos, Antonio Vega tampoco me vale… ¡Ya está! En el 74 nació Ismael Serrano, pero si me admites por cuatro añitos a Pedro Guerra, que es del 66, me quedo con él. Es una pasada la ternura que es capaz de expresar con sus letras y melodías. La música buena carece de tiempo, lo bueno es bueno siempre y lo que se oye simplemente por estar en las listas de éxitos se apaga normalmente enseguida.
- Ventanas, alegoría de distintas formas de enfrentarse a la vida. ¿Cuál es la ventana desde la que prefieres mirar el mundo?
Me acuerdo de una canción de Miguel Ríos, que cantaba yo cuando empezaba a tocar la guitarra, titulada “Desde mi ventana”. Aquella ventana era una ventana de ciudad desde la que se observaba gente apresurada, tonos grises, humo de motores, ruido en soledad. Hace años decidí cambiar esa ventana por otra desde la que pudiera ver naturaleza en estado puro, desde la que se pudiera respirar paz y optimismo, que buena falta hace a nuestra sociedad. Para lanzar este disco he tenido que abrir de par mis cortinas y ventanas; vencer mi pudor no ha sido fácil -yo siempre he sido muy tímido-. El haber dado a conocer mis canciones ha sido una experiencia personal reconfortante, ya que ha supuesto compartir emociones con otros. Eso no es ya una ventana abierta, es un escaparate panorámico desde el que se te abre y te abres a la vez al mundo.
Muchas gracias por concedernos esta entrevista y desde O Choben te deseamos muy buena suerte con el disco y esperamos poderte escuchar pronto en nuestro Salón de Actos.