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Entrega premios literarios

Este martes 12 de junio se ha hecho entrega de los premios del concurso de microrrelatos y el concurso de relatos LGTB.

De izquierda a derecha, de pié: Fiamma Dubal, María Casorrán, Lorena Calaza, Laia Termens, Alba Cajal, Mª José Condado, Susana Rodríguez y Erika Vivas. En primera fila, Paloma Urieta y Néstor Ezquerra.

Las ganadoras del concurso de microrrelatos han sido Laia Tèrmens, Susana Rodríguez, Tania Pérez, Paloma Urieta y Fiamma Dubal.

Laia Tèrmens repite premio y ha sido galardonada en el concurso de relatos LGTB, en el que también han sido premiados  Erika Vivas, Néstor Ezquerra y Alba Cajal.

Podéis leer sus textos en este blog. Disfrutad de la lectura 🙂

I CONCURSO DE RELATOS LGTBI

Y los ganadores son:

  • Laia Tèrmens (4º A)
  • Erika Vivas (4º B)
  • Néstor Ezquerra (4º B)
  • Alba Cajal (3º C)

 

Agujero para chiflados.

[Whittingham.  Abril,1964]

Me acurruco encima del colchón húmedo y frío, cubierto por la costra de mis propias heces y vómitos secos. Hoy mi celda está especialmente oscura.

Una ráfaga de aire irrumpe entre los barrotes de la minúscula abertura que da al exterior.

Un aire húmedo, transporta consigo un pétalo rosáceo. Debe ser del cerezo del patio. Tiemblo. Cierro los ojos.

Terror, sólo veo el terror en la cara de mi madre cuando se enteró, seguido del desprecio. Sé que ese momento estará en mi mente cuando mi corazón lata por última vez.

Aún puedo oír mis gritos cuando esos hombres me sacaron de casa prometiéndole a mi madre que encontrarían una cura para mí. “¡No dejes que me lleven, madre por favor!”

Su rostro de piedra me miraba con gesto serio, de tristeza y rabia a la vez.

A mi mente llega el recuerdo de la primera vez que el doctor Whispers entró a mi zulo. En su mano derecha llevaba una grabadora gris y arrastraba consigo una silla de madera. Se sentó. Sus ojos se clavaron en mí durante varios minutos. Al otro lado de su mirada, parecía que el tiempo se había detenido. Bajo su gesto de compadecencia y odio, el miedo me heló la sangre.

Entonces se presentó. Su voz profunda contrastaba con su cuerpo delgado, me impactó un poco. Después empezó su relato cruel. De su boca sólo salían detalladas descripciones de los actos sexuales que los homosexuales practican, con unos detalles gráficos y lenguaje explícito, haciéndome sentir repugnante.

Al acabar, me hizo acompañarle a una sala más luminosa, con una mesa y una montaña de libros “prohibidos”.

En ellos había imágenes de hombres en bañador, nada erótico.

Me hicieron estudiarlos todos mientras él seguía describiendo esas nauseabundas fantasías.

Finalmente, me inyectó un líquido verdoso, que hizo que posteriormente pasara varios días en el colchón, con una fiebre altísima y espasmos musculares, además de vómitos asquerosos. Una vez pedí a una enfermera que me dejara ir al baño, a lo que ella contestó: “No, usa la cama”. No volví a pedirlo más.

Hubo una temporada en la que hacían pasar a otra enferma a mi habitación. La hacían desnudarse ante mí y yo tenía que observarla, besarla y tocarla contra mi voluntad. Lágrimas brotaban de sus ojos verdes cada vez que se desataba la bata. Pobre muchacha infeliz, atrapada en este sucio agujero.

Un escalofrío sacude mi cuerpo. Siento un pinchazo de dolor. Las heridas infectadas procedentes de las sangrías arden en mis brazos y piernas.

Mi estómago ruge y mi cuerpo vuelve a temblar. Llevo dos semanas sin comer, sin poder ver más luz que la que entra por el agujero de la pared.

Mis pulmones fallan, mi pecho está vacío. No puedo respirar. Toso. Toso mucho. Mi cabeza está a punto de explotar, mi visión se vuelve borrosa y la boca me sabe a sangre.

Veo mi vida pasar ante mis ojos, mi madre. Es lo último que veo.

Whittingham, enhorabuena, después de siete años has ganado. Has podido conmigo.

Sonrío antes de que me envuelva la oscuridad, no tendré que volver a ver la sonrisa de Whispers mientras me arranca las últimas uñas que me quedan.

Una ráfaga de aire irrumpe entre los barrotes de la minúscula abertura que da al exterior. Un aire húmedo, transporta consigo un pétalo rosáceo, que cae junto al otro.

¿Por qué el amor de un ser humano debe ser pagado con dolor y agonía?

¿Por qué el amor de un ser humano debe estar eclipsado y oprimido por el terror?

¿Por qué un ser humano fuerza a otro para amar a quien ni siquiera le atrae?

El amor es solo amor, no hay diferencia entre el tuyo y el mío. Mi amor seguira siendo amor aunque no sea como tú crees que debería ser. Si yo siento al igual que tú, ¿Por qué infravaloras mis sentimientos y los pisoteas sin piedad haciéndome sufrir? Yo también soy un ser humano.

Laia Tèrmens

 

LA CHICA ENTRE REJAS

Son las tres de la mañana del 13 de Febrero. La ventana está abierta y tengo frío.

Esta carta va para ti, la chica entre rejas, la chica del pijama gris, la que perdió la sonrisa. Parece irónico que tú fuiste la que me liberaste y ahora has perdido, de golpe, todas y cada una de tus libertades.

Yo tampoco he vuelto a volar desde que te fuiste hace veintisiete días. Hace casi un mes, maldito eterno mes, cuando tú y yo nos dejamos llevar, por una vez, por la cálida brisa. Toda la vida había cerrado mis ojos, fuerte y sin ganas.

No tenía intención de mirarle a los ojos al hombre con el que siempre me habían dicho que contraería matrimonio. Él me miraba de arriba a abajo y lentamente, como si me disparara con cada pestañeo. Yo tenía la mirada perdida y distraída, y en ocasiones lo veía todo negro. Ninguna se parecía a la tuya: parecía que veías los siete océanos cada vez que levantabas la mirada por encima de la ventana que daba a las afueras de la ciudad. Creo que me perdí varias veces en tus ojos y aún me siento culpable de ello.

Recuerdo que una vez me prestaste el libro de Romeo y Julieta porque te recordaba a nosotras. Doscientas páginas después me di cuenta de que no era así: nuestras familias no estaban enfrentadas, de hecho, eran más que conocidos, lo que me asustaba aún más. Cada día me sonreías más y lo hacías todo más difícil en mi cabeza.

Nunca admití estar enamorada de ti. Solía contarles a mis amigas lo perdida que estaba por el chico del edificio de enfrente. Parecían emocionadas de que nos juntáramos de una vez por todas. Y lo intenté, de verdad, pero te acercabas a la esquina dónde solía leer y desmontabas todos y cada uno de mis planes.

El sol se escondía y dejaba reflejos naranjas y rosados por las fachadas. No se oía apenas nada, y los sonidos que había parecían lejanos. Yo apretaba los puños. Me miraste, algo se liberó dentro de mí y rocé tus labios. Fuiste mi primer pecado.

Pocos segundos más tarde los ruidos comenzaron a acercarse, ansiosos. “¡Traidoras!, ¡sucias!” gritaban. Fue entonces cuando te separaron de mí. Mis manos temblaban sudorosas, y ahí tome mi peor decisión: corrí. Corrí sin volverte a mirar. Me alejé cuatro o cinco manzanas y casi salí de Marrakech. Me mareé y no recuerdo nada más.

Ahora son las cuatro menos cuarto de la mañana y finalmente admito estar enamorada de ti. Si algún día, chica entre rejas, recibes esta carta, espero que me arresten contigo. Las dos fuimos culpables del mismo injusto pecado.

Erika Vivas (4º B)

HEROÍNAS SIN CAPA
Nací en 1987 en el centro de Riyadh, Arabia Saudí, en el seno de una
familia humilde. Muy humilde. Tan humilde porque no tengo hermanos varones, y eso, en el país donde a lo máximo que aspira una mujer es a ser suficientemente buena esclava de su marido como para no merecer ser ejecutada públicamente, es una terrible desgracia para una familia (sólo los varones pueden trabajar por un salario, conducir vehículos, salir a la calle sin acompañante, estudiar, destapar su rostro…). Soy la séptima entre mis hermanos.
Pasé mis primeros años prácticamente encerrada en casa con mi burka como segunda piel, la única sabiduría que me llegaba o era fanatismo islámico, o iba sobre cómo mantener una familia, cómo contentar al marido y cómo pasar desapercibida en las calles. No conocía el arte, la ciencia, la tecnología ni las matemáticas . No sabía leer ni escribir.
A los 12 años, mi padre me casó con un hombre 15 años mayor que yo, con el que viví hasta que murió 6 años más tarde. Tuve la suerte de no quedar embarazada por él. En ese tiempo, conocí a otra mujer de mi misma edad, que vivía con su marido justo enfrente de mi casa.
Nos hablábamos muchas noches, cuando nadie más nos escuchaba. Nos hicimos muy amigas.
Con el tiempo, comenzamos a pasar la una a casa de la otra. Nos
encerrábamos las dos en una habitación y nos quedábamos un buen rato mirándonos, hablándonos y dándonos amor. Ella me contaba cosas sobre sus viajes por el mundo y la cultura que había adquirido en ellos. Éramos conscientes de que si alguien nos veía juntas corríamos peligro mortal, pero eso no nos importaba ya que nuestro amor era más poderoso que el odio de la sociedad.
Enseguida comenzamos a planificar la huida de aquel país a otra tierra en donde pudiésemos expresar nuestro amor con libertad. Canadá se volvió nuestro sueño.
Estuvimos durante unos dos meses planificando y preparando cada detalle de nuestra huída hacia la libertad. Teníamos mucho miedo, pero era cuestión de vida o muerte.
El 8 de julio de 2005, emprendimos nuestra travesía. Nos levantamos de madrugada, rápidamente nos equipamos con provisiones y nos escapamos al puerto de la ciudad. Yo iba disfrazada de hombre, y ella, dentro de su burka , escondía un poco de comida poco perecedera y ropa de abrigo para el viaje.
Fuimos por el puerto y nos colamos en el primer buque de mercancías que vimos. Aún no sé cómo lo logramos. Nos escondimos entre la mercancía, y esperamos hasta sentir movimiento, el cual llegó dos días más tarde.
Tres semanas después (tres semanas de frío, sueño, hambre y sed) llegamos a puerto italiano. En ese momento no sabíamos dónde estábamos, aunque sí que sospechábamos que estábamos en algún lugar del sur de Europa. No teníamos qué comer ni dónde vivir. Tuvimos que vivir rebuscando restos de comida entre la basura, bebiendo agua de fuentes públicas y durmiendo en el
parque. Un poco después, comenzamos a ahorrar pequeñas cantidades de dinero vendiendo baratijas en el top manta.
Tras casi 5 años viviendo al margen de la ley, estábamos listar para coger un avión en condiciones para venir aquí a Montreal, en donde continuamos en el top manta mientras buscábamos algún puesto de trabajo de baja categoría para poder establecernos en una vivienda por fin. Yo comencé a ejercer de barrendera, y ella de prostituta.
Con el tiempo, nos pudimos permitir un pequeño piso en las afueras de la ciudad, en el que vivimos a día de hoy, Por fin teníamos una cama para dormir, un inodoro donde hacer nuestras necesidades, una bañera donde limpiarnos y un frigorífico donde guardar los escasos alimentos de los que disponíamos.
Siempre hemos vivido en austeridad, así que el poco dinero que entra a nuestra casa nos basta para pagarla cada mes, para comer y para recibir clases de inglés con el fin de insertarnos de verdad en la sociedad canadiense. Y esta es nuestra situación actual.
El año que viene tenemos pensado casarnos y empezar a trabajar el alguna ONG defensora de los derechos de las persona LGTBQ+ en todo el mundo.
Más tarde, nos gustaría mudarnos más cerca del centro de la ciudad e incluso formar una familia.
Néstor  Ezquerra (4º B)

UNA DECISION COMPLICADA

Estoy triste, ya que veo que nadie me apoya en ser madre soltera. Mis amigos me dicen que tengo que encontrar un marido, mis padres dicen que la niña estará mejor con una familia completa, que la dé en adopción.

Pero creo que no necesito a ningún hombre a mi lado para que mi hija crezca feliz.

Mi hija ahora tiene seis años y va a primero de primaria. Se llama Carla.

Creo que después de seis años sin padre ahora no le hace falta uno.

Pero lo que nadie sabe es que yo no quiero un hombre para mi hija, sino que quiero otra madre para Carla.

Mis padres no entienden como a la gente le puede atraer o gustar otra persona de su mismo sexo, ellos lo llaman aberración. Siempre he vivido bajo esa sombra, les he presentado a novios falsos para que me dejaran tranquila, pero el bien para mi hija es una persona a la que yo ame y así ella le pueda amar también.  

Y aunque nadie los sabe, llevo un tiempo conociendo a una mujer, perfecta, le gusta el deporte y salía a pasear. He decidido presentársela a mis padres, seguramente no me apoyarán, pero mi hija va a tener lo mejor.

Es la mujer de mi vida.

CONCURSO DE RELATOS LGTB

El 17 de mayo es un día literario, pero también se conmemora el DÍA INTERNACIONAL CONTRA LA HOMOFOBIA, LA TRANSFOBIA Y LA BIFOBIA, pues el 17 de mayo de 1990 la OMS (Organización Mundial de la Salud) eliminó la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales. Con este motivo  desde el instituto convocamos un concurso de relatos con las siguientes bases:

  • Temática LGTB
  • Extensión máxima: 4 caras DIN A4 a Times New Roman 12

Os animamos a participar.

Podéis dejar los relatos que queráis presentar en el Departamento de Lengua y Literatura.

17 de mayo, Día Internacional contra la homofobia y la trasfobia.

Hoy, os hemos convocado aquí, en estas pistas, porque es el Día internacional contra la homofobia y la transfobia. Este día es reconocido por la ONU y por el parlamento europeo entre otras instituciones internacionales. Por otro lado, el pasado lunes 15 de mayo, fue el Día internacional de las familias y aquí en Aragón se celebró con el lema “Todas las familias importan”.

Y también os hemos convocado, porque queremos dejar clara nuestra posición al respecto.

CARTEL 17M 17w

El día 17 de mayo de 1990 la Organización Mundial de la Salud eliminó la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales. Así pues, las personas homosexuales no son, no están enfermas. Además, gays, lesbianas, bisexuales y transexuales saben muy bien lo que quieren y tienen muy claro lo que les gusta.

Quizá no están tan sanos los que se dejan arrastrar por el miedo irracional, el prejuicio absurdo, la mirada corta y estrecha,  las malas costumbres o simplemente, el odio, en vez de permitir que afloren en sus mentes y en su corazón la empatía, la compasión, en definitiva, el amor.

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Todos sabemos que en algunos países los homosexuales y transexuales son objeto de humillaciones y vejaciones públicas, reciben palizas brutales con daños que pueden alcanzar la muerte, son condenados con penas de prisión, e incluso, con penas de muerte. Estas situaciones son terribles. Estos hechos son muy graves, pues pretenden deshumanizarnos al no respetar los derechos más básicos y fundamentales.

Pero siendo estos hechos de una gravedad extrema que merecen toda nuestra solidaridad e implicación, hoy, queremos que también centréis toda vuestra atención aquí, en nuestra ciudad, en nuestro instituto. ¿Qué trato reciben aquí los gays, lesbianas, bisexuales y transexuales? ¿Cómo lo entendemos y vivimos cada uno de nosotros? Diréis que en España no hay penas de cárcel, ni mucho menos de muerte para los homosexuales. Es verdad. Vivimos en un país avanzado con leyes y justicia que protegen nuestros derechos, y debemos sentirnos orgullosos por ello. Pero también sabemos que esto no es suficiente. Sabemos que ser homosexual o transexual aquí cuando menos es complicado, difícil e incluso muy duro. Más aún en la edad de la adolescencia. Sienten temor a ser incomprendidos, rechazados, discriminados y marginados. Escuchan muchas veces las burlas y chistes absurdos, trasnochados y cutres, y pueden tener miedo a ser insultados o a ser víctimas de acoso si no lo han sido ya.

¿Por qué tantos temores si hay una ley y una justicia que nos protege? ¿No será que los demás, en alguna medida, hacemos que sea difícil? ¿Cuál es nuestra postura al respecto? ¿Cómo nos sentiríamos si nos afectara de forma directa?

Hace 27 años la OMS hizo su trabajo eliminando los errores de sus listas. Nos toca a nosotros mantener limpias las nuestras y ampliar nuestra mirada para aprender a apreciar y respetar el amor. Todos hemos sentido el amor pleno, correspondido, en nuestras familias, con las amistades,… algunos habéis vivido ese enamoramiento que os hace sentir tan dichosos que no podéis dejar de manifestarlo incluso en las redes sociales mostrando fotos y dejando frases como “no puedo vivir sin ti”, “eres lo mejor que me ha pasado”, “siempre pienso en ti”. Creo que sabéis de lo que hablo. ¿No os parece tremendamente injusto que haya personas entre nosotros que no lo puedan vivir de la misma manera por esos miedos? Pensemos en ello.

El pasado 2 de mayo, alguno de los que estamos aquí, celebramos en Zaragoza, el Día contra el acoso escolar. Y sí, estuvimos con Juan Manuel Montilla. El Langui. Ya sabéis que últimamente anda buscando valientes contra el acoso escolar. Nos rapeó aquello de “ponte en su lugar, yo ya estoy a su lado”, “se buscan valientes que expresen lo que sienten”, “la fuerza del valiente está en el corazón, se buscan valientes”…

Pues bien, hoy, Día internacional contra la homofobia y la transfobia en el IES Domingo Miral se buscan valientes de corazón que digan:¡NO A LA HOMOFOBIA! ¡NO A LA TRANSFOBIA! Y ¡SÍ AL AMOR SIN LÍMITES!

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Si quieres incluir alguna foto con tus amigos o familia en este albúm contra la homofobia háznoslo llegar por correo y las incluiremos.