Sofía Arpal de 1º B de la ESO y su madre Elena Valeeva nos enseñan cómo suena el ruso al leernos el cuento La princesa muerta y los siete caballeros (Сказка о мертвой царевне и о семи богатырях, 1833), versión eslava de Blancanieves y los siete enanitos de Alexander Puskin, poeta y dramaturgo ruso considerado fundador de la literatura moderna rusa.
El cuento de la princesa muerta y los siete caballeros ilustrado por Vyacheslav Nazaruk
Historia de la lengua rusa y el alfabeto cirílico
Todas las lenguas eslavas, y el ruso entre ellas, descienden del llamado protoeslavo, lengua de las tribus y poblaciones eslavas hasta el siglo VI. No se sabe si la lengua tenía alguna escritura ya que no ha llegado ningún escrito hasta nuestros días.
En los siglos V y VI las tribus eslavas empezaron a migrar, lo que impulsó el proceso de la división del protoeslavo en los siglos VI y VII, que resultó en la creación de tres subgrupos de lenguas eslavas: el oriental, el occidental y el meridional.
A finales del siglo IX, los hermanos san Cirilo y san Metodio, monjes griegos que fueron enviados para extender el cristianismo de la iglesia bizantina por el este de Europa, registraron por escrito el dialecto búlgaro, perteneciente al subgrupo de lenguas eslavas meridionales, y sobre su base formaron la lengua eslava antigua, sistematizando y formalizando los datos lingüísticos de las variantes de la zona. Los santos Cirilo y Metodio crearon en el año 862 un alfabeto común, el alfabeto cirílico, que utilizaba las letras del alfabeto griego más otras para los sonidos que no existían en la lengua helénica con el que se hizo posible elaborar una lengua literaria estandartizada, el eslavo antiguo. En aquella época los tres subgrupos de idiomas eslavos no se distinguían tanto y se entendían, así que el eslavo antiguo asumió el papel de lengua de cultura para todas las naciones eslavas.
Los textos más antiguos que han sobrevivido hasta hoy en día se fechan en el siglo X.
Sin embargo, hasta bien entrado el siglo XIX tan solo el pueblo llano hablaba ruso, mientras que la lengua de la nobleza en Rusia era el francés.
Tras establecerse estrechas relaciones políticas y culturales con países Europeos gracias al primer emperador ruso, Pedro I, en el país empezó a difundirse mucho el alemán desde el inicio del siglo XVIII como lengua académica y comercial y, posteriormente, el francés, como la lengua de comunicación entre los aristócratas. Lo usaban en casa con la familia, para escribir cartas personales y lo dominaban mucho mejor que el ruso. Algunos casi no hablaban ruso y solo sabían algunas frases.
Se puede afirmar que la lengua rusa literaria en su forma actual se formó en el cambio de siglos XVIII y XIX. El ruso resultó ser un idioma apto para la literatura y recibió el estatus de lengua nacional en la primera mitad del siglo XIX gracias a la personalidad de Alexandr Pushkin, el poeta y escritor ruso, a quien se considera el creador de la lengua literaria nacional.
A pesar de los más de 200 años transcurridos desde su obra y de todas las diferencias notables entre el lenguaje de Pushkin y el de los autores contemporáneos, sus obras siguen considerándose la cima de la literatura rusa, un patrón, igual que Dante para Italia o Goethe para Alemania.
Creó una nueva literatura rusa y estableció las normas de la lengua nacional literaria, aproximando el lenguaje de la literatura lo más posible al lenguaje popular. Siempre acentuó lo absurdo que es para un noble no saber hablar bien el idioma de su propio país. Gracias a él, el ruso conquistó el puesto de lengua de comunicación universal de Rusia y en la actualidad lo hablan más de 295 millones de personas en todo el mundo.