Por las vacaciones, por el sueldo, para sacar el sádico a pasear que todos tenemos dentro, etc. Aunque siempre habrá alguien que lo piense y se quede ahí, creo que es una buena pregunta que se merece algo mejor que un par de tópicos.
Todos (padres, alumnos, los propios profesores…) nos la hemos hecho algunas veces. Como no hay una sola respuesta allá van unas cuantas y cada uno que elija lo que más le guste.
Respuesta fácil y simplona, por lo anteriormente citado: las vacaciones, un sueldo digno (ojo, en mi grupo de amigos yo tengo el sueldo más bajo de todos aquellos que fuimos a la universidad), estabilidad / seguridad en el empleo… Creo que son buenas razones para ser profesor, pero puede haber otras muchas más que hagan que las anteriores sean acompañantes, pero no el motor principal de la decisión de ser profesor.
En cuanto a lo de disfrutar del “poder”, sacar la “vena sádica a pasear”, es absurdo y se cae por su propio peso. Cualquiera que conozca la realidad de un IES sabe que si un profesor va de “borde” con los alumnos, los alumnos le responderán con la misma moneda, y cada profe tiene que lidiar con un número de aproximadamente 100 alumnos, siendo muy conservador. Por lo tanto, el profesor tiene todas las de perder aunque tenga la autoridad formal de su parte.
Muchos queremos ser profesores debido a la influencia que sobre nosotros han ejercido excelentes profesionales que nos han dado clase, que nos han inspirado y que nos han servido de guía. Sé que la idea suena muy hortera, y que es muy difícil expresarla en público, pero creo que casi todas las personas (siempre habrá excepciones) que deciden dedicarse profesionalmente a la docencia lo hacen buscando repetir aquellas buenas sensaciones que tuvimos. La oportunidad de inspirar, de motivar es razón suficiente. Si además te ven como un modelo de conducta, eso genera una recompensa intrínseca que recomiendo a todo el mundo.
Por el “subidón” de satisfacción cuando algo sale especialmente bien. Ya sea ayudar a un alumno a superar un problema personal o académico, o una clase con la que hay muy buena química, una actividad que saca lo mejor de los alumnos (tienen un potencial brutal, lo difícil es conseguir que salga a la luz)….
Antes de ser profesor fui monitor en un grupo scout, y con los chavales hicimos auténticas burradas que demostraban que los jóvenes no tienen límites. Una vez vinimos tan contentos/emocionados de una excursión que un padre pensaba que iba bebido.
Los alumnos tienen toda la vida por delante, y muchos de ellos tienen ilusión, imaginación, espíritu crítico, energía vital… Bueno, pues todo eso puede alimentar a un profesor. No lo robamos, pero es un efecto colateral. Si estás siempre al lado de jóvenes, se te acaba pegando algo. Esa es otra buena razón para elegir este trabajo.
Hay otras muchas razones que también quiero citar:
Trabajar en tu área de interés. Ya se trate de la historia, las matemáticas, la ciencia, la música, la literatura, la salud o el deporte, la economía (ese es mi caso) el amor a la materia hará tu día de trabajo agradable.
Formación continua y cambio constante. Todos los buenos profesores que conozco tienen muy claro que aún tienen mucho que aprender. La oportunidad de ser un estudiante de toda la vida es uno de los beneficios (o maldiciones) de una carrera docente. Además, no es nunca lo mismo dos días o dos años consecutivos. Ya sean las clases en la ESO o en bachillerato, la aventura es siempre diferente. Todas las clases y todos los años son diferentes. La probabilidad de que puedas llegar a aburrirte con tu trabajo es escasa.
Los compañeros de trabajo. Los profesores exitosos son educados, compasivos, de mente abierta e inteligentes. Vas a trabajar con personas que comparten objetivos e intereses similares. Los profesores noveles, por lo general, pueden contar con el asesoramiento y la ayuda de los veteranos en el campo. Los profesores formamos en ocasiones lazos muy estrechos entre nosotros.
Horario de trabajo ventajoso. Tener fines de semana y días de fiesta libres es una gran ventaja de la profesión docente. Todo el mundo sabe que los profesores trabajan a menudo mucho más allá de las horas de permanencia en la escuela, pero los profesores también tenemos la capacidad (cuasi obligación, diría yo) de llevar su trabajo a casa. Esta flexibilidad es especialmente importante si tienes tus propios hijos.
Pero también quiero dejar algo muy claro. Este trabajo es duro, muy duro (ya sé que todo el mundo piensa que su trabajo es duro, muy duro), pero puedo asegurar que las depresiones, las bajadas de moral, la sensación de que lo que haces no sirve para nada, “quemarse”, perder los papeles con los alumnos, que los alumnos pierdan los papeles contigo, la burocracia, etc. están ahí, y conozco a personas que se arrepienten profundamente de haber elegido esta profesión.
Bueno, aquí acaban por ahora mis reflexiones a la pregunta que nos hizo nuestro hijo.
Y todavía no he contestado a lo que le respondí a un pedugo de 6 años vivaracho, inquieto y curioso. Pues ahí va lo que le dije.
“Alex, somos profesores porque nos gusta. Ayudar a niños mayores que tú para que aprendan está muy bien. En ocasiones no nos sale como nos gustaría pero no hay que dejar de intentarlo. Es como cuando aprendiste a ir en bicicleta de dos ruedas o a leer. Si te caes seis veces, hay que levantarse siete. “ (tengo que decir que no quedó muy convencido, creo que he escrito este artículo para más adelante dárselo a leer, a ver que opina).
Gracias por vuestra paciencia ante mis paranoias.
Un saludo de José Luis Sarto. Os seguiré torturando con artículos en el blog