José Luis Mur y Mª José Condado
Hoy, quince de febrero de dos mil veintiuno, nos reunimos en este despacho del instituto para despedirte con motivo de tu reciente jubilación, agradecer tu trabajo y desearte lo mejor para este futuro incierto. Sabes muy bien que esta manera de despedirte no corresponde a lo que solemos hacer cuando un compañero se jubila. La pandemia que estamos viviendo está condicionando nuestras vidas; sin embargo, queremos decirte que albergamos la esperanza de que un día podamos celebrar tu jubilación siendo acompañada por aquellas personas que hoy echas de menos y que estarían felices de estar junto a ti en este día tan especial.
De tu larga trayectoria podemos comprobar que conoces esta tierra especialmente bien pues has ejercido tu profesión en centros como por ejemplo, el ya desaparecido Seminario, el IES San Alberto Magno, el IES Pirineos y desde septiembre de dos mil ocho en nuestro apreciado IES Domingo Miral donde has puesto punto final a tu carrera profesional. En todo este tiempo has destacado por tu trabajo discreto, algo así como alejada de los focos, sin embargo, esa sencillez no te ha impedido desempeñar tu tarea de forma eficaz y siempre has estado centrada en el día a día con los pies en la tierra. Siempre con una disposición favorable a cumplir con lo que toca y un poco más. Podemos destacar, para demostrarlo, tu trabajo como Secretaria en el IES Pirineos o tu apoyo y participación decididos en la puesta en marcha de los proyectos lingüísticos. Tu labor, ejerciendo la docencia al impartir las matemáticas en francés desde hace tantos años, ha contribuido a una clara mejora de la oferta educativa de la que muchas alumnas y alumnos se han beneficiado y les ha permitido explorar nuevos horizontes. En nombre del centro, de todo ese alumnado y de sus familias te damos las gracias por el gran servicio que has prestado. Muchas gracias, Pilar.
Pero esto no es todo, ¿verdad, Mª José?
Esa actitud discreta y sencilla, de escasas visitas a la “sala de profesores” y de maneras casi imperceptibles en la locura del día a día, no te ha impedido ser una gran compañera y quizá sea uno de los mejores recuerdos que pueden llevarse de ti muchas compañeras y compañeros de trabajo, que en el trato más personal han conocido a la Pilar que escucha, que se interesa, que está pendiente de las preocupaciones de verdad y que acompaña siempre. Muchas gracias, Pilar.
Finalmente, como muestra de agradecimiento y reconocimiento por tu labor te entregamos estos regalos para que tengas en tu mente y en tu corazón un recuerdo de tus compañeros y de tu querido “Domingo Miral” para que puedas compartir con tus hijos y, sobretodo, con José que siempre está a tu lado. ¡Enhorabuena, Pilar!
Quince de febrero de dos mil veintiuno
Mª José Condado y José Luis Mur