Los alumnos de 1º C de ESO han imaginado el contenido de una noticia a partir de un titular de prensa proporcionado por su profesora, Silvia Soriano. Aquí os dejamos una muestra de algunos de ellos. ¡Enhorabuena a los seleccionados!
DESAPARECE UN AVIÓN CON 13 PERSONAS A BORDO EN EL ESTRECHO DE GIBRALTAR
El 15 de enero de 2016 a las cinco y media de la tarde despega un avión desde Nigeria a Madrid. Los pasajeros iban contentos para reunirse con sus familiares, otros de negocios, otros de compras. El vuelo parecía muy tranquilo, unos escuchaban música, otros leían el periódico, alguno que otro llamaba a las azafatas y otro tardaba demasiado en el baño. De pronto, algo empezó a ir mal: el piloto, desde la cabina, indicaba a los pasajeros que se abrochasen los cinturones. Las azafatas controlaban que las mesas estuvieran subidas al respaldo de la butaca. El señor del lavabo vuelve a su lugar. Todos se abrochan el cinturón, incluidas las azafatas. De pronto, el avión empieza a moverse más de la cuenta, algo que preocupa a los pasajeros. Se miran unos a otros preguntando a las azafatas: ¿Qué sucede! Ellas les dicen que no se preocupen, que está todo controlado, pero saben que las cosas no van del todo bien. De repente, el avión comienza a descender de una forma exagerada. Todos comienzan a gritar porque temen lo peor: “¡El avión se va a estrellar!”. En cuestión de segundos el avión se estrella y todas las ilusiones de aquellos felices pasajeros, incluida la tripulación, se van al traste. Cuando todo parecía perdido, y las personas creían que habían fallecido, empezaron a salir a la superficie pidiendo auxilio. Una maniobra extraordinaria del piloto hizo que el avión cayera al mar y pudieran salvar sus vidas. Algunas personas que estaban en la playa, al ver caer al mar el avión, pidieron ayuda a la policía y rápidamente la policía marítima se puso manos a la obra. Salvaron a aquellas personas que tenían un susto tremendo en sus cuerpos. Solo trece personas desaparecieron y jamás se les volvió a ver.
Ainhoa Sureda – 1ºC
RESCATE DE UN MONTAÑERO EN EL IBÓN DE ESTANÉS
Era una mañana de primavera, el sol entraba por mi ventana e iluminaba la habitación. Me levanté de la cama, bajé las escaleras y me hice el desayuno. Cuando ya estaba vestido y calzado, me preparé la mochila para ir al Ibón de Estanés.
Estuve pensando en llamar a mis amigos para que me acompañaran en esta pequeña aventura pero nadie podía venir. Tuve una gran idea: en vez de ir y volver andando, ¿por qué no quedarme un día de acampada? Ya estaba decidido.
Cogí la tienda de campaña y me marché. A medio camino, me fijé en unas nubes. No les di importancia, por unas nubes no pasa nada. Encontré a unos chicos jóvenes que ya habían subido al Ibón montones de veces. Estuvimos charlando y charlando, hablando de cosas que nos habían pasado.
Llegamos a nuestro destino justo a la hora de comer y ellos me invitaron a almorzar. Cogimos nuestros bocatas, nos sentamos en una piedra enorme y vimos el bello paisaje que nuestros ojos contemplaban mientras saboreábamos la comida. Se hizo tarde y el sol desapareció por el horizonte. Ya era hora de despedirse y montar la tienda.
Cuando se fueron todos me quedé solo como al principio, pero eso no me iba a frenar para conseguir mi objetivo. Terminé de cenar y me dormí para tener fuerzas para el día siguiente. Parecía que todo iba de lujo, pero de improviso, una tormenta dejó su huella con grandes charcos de agua fría. Aquella noche fue un infierno. Por la mañana había una espesa niebla. No podías ver ni el camino de vuelta a casa. Cogí el móvil y comprobé que había muy poca cobertura, así que aproveché para llamar a mi mujer para que viniera a buscarme, pero no contestó. Pasados unos minutos volví a llamarla y por fin contestó. Le dije dónde estaba. Cuando, de repente, con el barro, me precipité al vacío cayendo rápidamente hasta notar un golpe en la espalda.
Moribundo, abrí los ojos y vi un hombre que me ataba a una camilla y me subía a un helicóptero. En ese instante, me desmayé. Me levanté dolorido y poco a poco empecé a oír al médico decir que había estado ocho meses en coma y también me dijo que era un hombre con mucha suerte.
Samuel Sánchez – 1ºC.
ENCUENTRAN UN MALETÍN CON 14.000€ EN GIRONA Y LO DEVUELVEN A LA POLICÍA
Era una mañana de jueves del mes de abril. Amaneció como cualquier día con los típicos ruidos de los vecinos. Germán y Paciencia vivían en el entresuelo porque eran los porteros.
De repente, oyeron un estrapalucio por las escaleras. Vieron bajar a la joven pareja de amigos del segundo en pijama, arrastrando maletas medio abiertas. Ni les saludaron, estaba claro que tenían prisa. Paciencia miró a Germán y subieron al segundo a ver qué pasaba. La puerta estaba abierta de par en par. Se adentraron en la casa con cautela. El salón no podía estar más revuelto.
Había un gato erizado agarrado a las cortinas. Realmente el asunto parecía misterioso: en la habitación principal había un maletín encima de la cama. Paciencia se acercó y el maletín estaba entreabierto y ella lo terminó de abrir. Germán no se lo podía creer: ¡había 14.000€! la suerte les había sonreído y la vida la tendrían solucionada. Todavía les quedaba un tiempo para jubilarse pero era ya no volverían a pegar un palo al agua, bastante habían trabajado ya. Pero Germán era demasiado legal y decidió entregarlo a la policía. Le costó lo suyo convencer a Paciencia, sin embargo, al final, ella aceptó a regañadientes. Cuando fueron a la policía, les dijeron que había una denuncia por robo. Llamaron a Don Pablo Soltelo-Ruiz, el dueño del maletín y le devolvieron el dinero. Este estaba tan agradecido que les ofreció un trabajo en su mansión. Paciencia sería el ama de llaves y Germán el chófer.
Juanjo Puyelo – 1ºC