CARLOS ALLO LATORRE – 2º BAC
Tras conocer que había sido el ganador de Aragón en la modalidad ensayo (que la verdad, ni yo me lo creía al principio) tocaba la mejor parte de todas, ¡Me iba con mi profesora de filosofía Pilar Martínez a representar a Aragón a la olimpiada filosófica nacional, (sí, sí, NACIONAL) ni más ni menos que a Madrid!
Así pues, el día 24 de abril tocó pegarse un madrugón importante para irnos a la capital. Al llegar, lo primero que hicimos fue desayunar un buen chocolate con churros, después vimos el museo Reina Sofía (donde vimos el cuadro Guernica, ¡es más grande de lo que os imagináis!, por lo menos esa fue mi sensación) y antes de comenzar la olimpiada, fuimos a la Plaza Mayor, que aunque nos costó un poco llegar, nos pudimos comer un riquísimo bocata de calamares, como es típico allí.
Después de todo esto tocó ir al albergue, donde empecé a ver las caras de los que serían mis compañeros y compañeras durante la olimpiada, y tras esto, nos llevaron en metro al IES Isabel la Católica donde, después de una cálida bienvenida, tuve que realizar un nuevo ensayo, el cual esta vez trataba sobre la influencia de la naturaleza y sociedad en relación a la violencia. Lo hice lo mejor que pude, pero no logré ganar, el nivel estuvo muy alto, pero bueno, ¡lo importante era participar y disfrutar! Tras la pequeña prueba, paseamos por la calle del Prado hasta llegar al Palacio de Cibeles, donde tuvimos una visita guiada e incluso nos permitieron subir al mirador… ¡Menudas vistas de Madrid, fueron impresionantes!
Tras todo esto, la organización de la olimpiada nos invitó a quitar el hambre que teníamos en un restaurante que estaba al lado de la puerta del Sol, en donde cenamos. Tras esto, tocó la despedida, profesores por un lado y alumnos por otro, ¡nos íbamos a “dormir” al albergue! Al final, entre partidas de cartas, juegos, charlas… los participantes nos fuimos a las tres a dormir, y porque nos mandó a la habitación la recepcionista del albergue que sino… ¿Quién sabe si hubiéramos dormido?
Al día siguiente nos desplazamos tanto participantes como profesores a la Universidad Complutense de Madrid a la facultad de Filosofía, donde presenciamos tres micro obras filosóficas de teatro que tanto a Pilar como a mí nos parecieron magníficas, aunque bueno, he de admitir que yo, junto con algunos otros compañeros, no entendimos el final de una obra, pero después, con un pequeño debate que tuvo lugar en el salón nos aclararon todas las dudas. Tras esto nos invitaron a un almuerzo en la cafetería, y seguidamente anunciaron los ganadores, que en mi categoría ganó un gaditano, ¡Enhorabuena Eloy! Finalmente, tanto a Pilar como a mí nos dieron un diploma de participación y llegó la hora de despedirnos y volver a nuestras tierras aragonesas con esta magnífica experiencia vivida.
Para terminar esta reseña he de decir que ha sido una experiencia magnífica e inolvidable y que la recomiendo a todos los futuros participantes en esta olimpiada. Enserio, esforzaros al máximo porque al final vuestro trabajo se puede ver recompensado como me pasó a mí, y aunque al principio lo hagáis porque puede subir “una pizca la nota de la asignatura”, al final os daréis cuenta de que habéis aprendido alguna que otra cosa nueva y estaréis orgullosos de vosotros mismos, y lo digo por experiencia propia, ¡Ánimo! Por último agradecer a mi profesora de filosofía Pilar Martínez que me acompañó en este viaje, al jurado aragonés por premiar mi ensayo, al igual que a todos los que han hecho posible la olimpiada. ¡Muchas gracias y hasta otra!