“La aventura de Reduf” Diego Salinas

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Había una vez un campesino, que enseñó a su hijo todas sus labores para que cuando fuese mayor él las heredara. Reduf, que era como se llamaba el niño,  no pudo ir al colegio y cada día no comía casi nada, ya que casi todo lo que recolectaban se lo tenían que dar al faraón. Así que un día Reduf, se coló en la cocina del palacio del faraón y cogió toda la comida que pudo. Al no verle nadie, lo repetía todas las semanas. Un día vio al hijo del faraón en los jardines de su palacio, Reduf se acercó y un guardián lo detuvo y le dijo:

-No te acerques otra vez por aquí o pagaras las consecuencias.

Al decirle eso el guardia, se asustó y se fue corriendo.

Cuando Reduf tuvo 16 años y su padre murió, heredó sus tierras. Aún robaba comida de palacio, hasta que un día, se encontró al hijo del faraón en la cocina. Cae, El hijo de faraón se asustó. Reduf le dijo que no tuviese miedo ni gritara, que solo quería algo de comer. Cae no hizo nada, sino que le dio más comida, porque no le gustaba nada lo que hacía su padre con la comida…. de los pobres. Se hicieron muy amigos.

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A  Reduf le gustaba la hermana de Cae, Rasis. Pero lo veía imposible. Cae y Reduf se veían a escondidas porque si les descubrían, matarían a Reduf, por robar. Rasis se dio cuenta de la amistad de Cae y Reduf, les siguió hasta su escondite y les vio. Cae le explicó todo y  Rasis encubrió su secreto. Los tres se hicieron muy amigos. Un día los tres decidieron escaparse y, así lo hicieron. Fueron a un poblado muy lejano, la Tribu Seneb. Donde Rasis y Reduf se casaron. En la ceremonia se extrañaron porque un campesino Seneb tocaba una melodía musical con su flauta antigua, llamada Senebad:

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En aquel poblado solo vivían 150 habitantes. Reduf y Rasis después de mucho tiempo, con ellos, heredaron el trono de la tribu. Un día, un escriba de la tribu se acercó a ellos y les dio un pergamino. Se asustaron un poco y al abrirlo leyeron:

Reduf y Cae, no dudaron ni un momento y decidieron ir. Cogieron provisiones y con cuatro hombres más del poblado, fueron a buscar el tesoro. Pasaron el desierto arenoso como decía el pergamino, no había ni una roca en su camino. Una noche, Cae, vio pasar una estrella fugaz y deseó que lloviera para no pasar tanto calor en toda esa sequia. Pero sus suplicas no dieron resultado. Al llegar a la pirámide, Reduf abrió la puerta y, al ver todo el pasillo oscuro se asustó, ya que recordó el pergamino: “Be careful!, there will be traps”. Lanzó una piedra y vio que se lanzaron veinte flechas a la vez.  Primero fueron los cuatro hombres de la tribu y se cayeron por las trampas que había en el suelo. Cae y Reduf pasaron por los laterales, Cae casi se cae pero Reduf lo agarró con todas sus fuerzas, pero vio que él también empezaba a resbalar. De repente, de la nada, apareció Rasis. Y entre los dos levantaron a Cae.

-¿Qué creíais, que os iba a dejar solos y a  perderme el maravilloso tesoro de nuestros antepasados?- Dijo Rasis mientras Cae y Reduf sonreían.

Vieron el sarcófago, Rasis y Cae no pudieron abrirlo, después lo intento Reduf y el sí que pudo. Vieron el esqueleto del  difunto rey Atolón I  pero no vieron la Rosa de Oro. Pensaron que era imposible no ver la Rosa de Oro, buscaron por todo el sarcófago, Reduf se dio cuenta de una caja escondida que había a los pies del difunto, abrió la caja y vio muchas pertenencias del rey Atolón I y envuelta en un trapo…Estaba la Rosa de Oro! La cogieron y salieron de la pirámide.

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Pero en la puerta de la pirámide les esperaban los Chabu, una tribu muy rencorosa hacia los Seneb. Les quitaron sus armas y los llevaron al poblado, al entrar en el poblado todos les decían: “Muerte a los intrusos”. El día de su aniquilación por ser Seneb aparecieron ochenta guerreros Kytzias, tribu amiga de los Seneb de muchos siglos atrás. Hubo una lucha muy igualada, pero al final se impusieron los guerreros Kytzias.

Fueron al poblado Kytzia, y desde entonces siempre estuvieron en deuda con ellos. Seis meses después de su intento de aniquilación tuvieron un hijo llamado Asenet. Tuvo una infancia muy buena y sin guerras, al hacerse mayor y tras la muerte de sus padres, Rasis y Reduf, este se convirtió en el nuevo rey de los Senebs. Asenet, hizo momificar y enterrar a sus padres en un hipogeo, como decía su religión.

Diego Salinas Pons

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