El Instituto Aragonés de la Juventud, con la Oficina del Carné Joven Europeo y en colaboración con el IAM, convoca el I Concurso de Microrrelatos contra la Violencia de Género “Jóvenes con mucho que contar”, con el objetivo de que la Juventud refleje su visión y reflexione sobre el maltrato a las mujeres en nuestra sociedad y sensibilizar para la prevención de actitudes machistas.
Dirigido a jóvenes residentes en Aragón entre 14 y 30 años.
Plazo de presentación del 25 de noviembre al 30 de diciembre de 2015.
Puedes ver los folletos aquí (el premio es un iPad)
La 56ª edición del Concurso Coca-Cola Jóvenes Talentos de Relato Corto ha abierto su plazo de inscripción.
¡Tienes hasta el 15 de marzo de 2016 para apuntarte!
Otro concurso de narrativa y poesía que está convocado es el XXII Premio Miguel Fernández, para alumnos entre 14 y 18 años. Puedes ver aquí la convocatoria: XXII Premio Miguel Fernandez.
Desde la noche de los tiempos el ser humano ha creado imágenes para expresar sus deseos, temores, creencias, … poniendo en juego esa capacidad que, junto con otras muchas, contribuye a determinar eso que llamamos “condición humana”. De muchas de tales imágenes conocemos, o creemos conocer, su significado; de otras, nos resulta un auténtico enigma.
Miguel Casas, profesor especialista en Historia del Arte, en colaboración con Carmen Salvador, elegirá una obra de arte que nos ayude a poner en práctica otra capacidad, también distintiva del ser humano: la capacidad de fabular en torno a dichas imágenes, pero de forma libre, como cuando de niños jugábamos a vislumbrar siluetas de personajes o escenas en las manchas de humedad, en los desconchados de la pared o en las formas extrañas de las baldosas de nuestras casas
Esta es la primera imagen y los cinco microrrelatos que han surgido al contemplarla. Están firmados por profesores de nuestro centro que han empleado un pseudónimo. ¿Te atreves a especular sobre quién se esconde tras cada uno?
Mira el cuadro, lee atentamente cada relato, piensa y deduce a qué profesor crees que puede corresponder ese tipo de escritura y completa esta encuesta: Adivina quién es el autor de cada microrrelato
Inquietud
El cuerpo de la joven mujer está en tierra, caído; debilidad y esfuerzo; postura anhelante de búsqueda y de esperanza.
El paisaje es un campo yermo que evoca soledad y distancia.
Horizonte desnudo, recortado por dos construcciones de madera que aparecen grises, que no invitan a acercarse, que no transmiten calor.
Pared sin ventanas, edificio sin elegancia, para cosas, no para ser habitado ¿granero, establo, almacén?
El otro edificio es una casa que parece lejana, como si huyera, y sin embargo es un lugar al que ir. Se esboza un camino entre las hierbas.
La mujer mira hacia la casa. ¿Está habitada o vacía? ¿Desea llegar a ella o trata de huir? Tensión.
Pseudónimo: Homo Viator
27 de mayo de 1990
Por lo visto en aquel entonces había crisis. Lo estaban diciendo por la radio del coche.
-¿Qué es la crisis?-, le pregunté a mi padre.
-La crisis es esto-, me respondió.
No entendí nada. Mire por la ventanilla del coche, los campos estaban allí, las flores estaban allí, el sol brillaba. Dentro del coche mi hermano jugaba con un Pinypon y mi madre se había puesto un vestido y estaba guapa. Mi padre conducía un viejo Seat de tercera mano. Íbamos a comer a casa de mis abuelos. Miré y miré, dentro del coche y por la ventanilla, y no encontré lo que estaba mal.
-O sea, que no es nada importante-, concluí yo.
-Efectivamente, nada importante-, me dijo mi padre. Así que nunca volví a preocuparme por la crisis.
Pseudónimo: “Lo contrario de luna bonita”
Mejor me voy
Atracción y repulsión.
¿Cobijo o cárcel?
¿Tormento o sosiego?
¿Huída o asedio?
¿Temor o deseo?
¿Voy o …? No, mejor me voy.
Pseudónimo: “Sextilio”
Como una rosa pálida
Aquella maldita fiesta. Las copas, el humo, la sensación de mareo y aturdimiento. Luego, la mano en la boca, asfixiante. La oscuridad en la cabina del camión y la náusea en cada curva de un recorrido interminable. El resplandor de unas luces azules en medio de la noche, un frenazo brusco y unos brazos nerviosos arrojándome con violencia sobre la tierra húmeda.
Llevo aquí, inmóvil, muchas horas. Siento el crujido de los huesos de mi pierna, punzantes como un alarido. Grito y muevo los brazos, pero en las ventanas ciegas no hay nadie. Nadie en medio de esta llanura interminable y desolada.
Pronto llegará la noche y con ella el despertar de las hormigas, de millares de hormigas silenciosas.
Al mediodía, alguien encontrará este vestido de raso vacío, como una rosa pálida, sin esplendor, en la hierba.
Pseudónimo: “Khaída de la Hoja”
Cientos de lunas
Por fin había llegado. Habían sido muchas lunas caminando por senderos que parecían no acabar nunca, parajes desconocidos, seguramente muy bonitos, pero no había tenido ni siquiera tiempo de echar un simple vistazo. Su único objetivo era caminar y caminar… Un paso y luego otro y otro más… “Venga, que tú puedes” se decía constantemente para no desfallecer. Lo único que quería era salir de aquel país… Su país. Si le hubieran preguntado hace unos años cómo veía su futuro jamás hubiera imaginado tener que huir de allí y dejar a su familia, a sus amigos, a su gente, su ciudad… Su lugar. Crisol de culturas durante siglos, lugar único en el mundo con monumentos maravillosos que ahora estaban hechos cenizas por la sinrazón del ser humano. No se entendía cómo en sólo unos años todo había cambiado tanto… Y si sólo hubiera sido eso: ver el cambio del país, de su ciudad… Sin embargo, lo que más la indignaba era ver la desidia del resto del mundo… Nadie había hecho caso de lo que allí estaba pasando. Todos mirando hacia otro lado, como si allí no hubieran personas. Y ahora, que la población ya no podía más, que estaba harta de ver cómo se deshacía todo delante de sus ojos, había decidido hacer un hatillo con lo mínimo: una botella de agua y un par de fotos de sus seres queridos. El mundo había, por fin, reaccionado, pero de qué manera. Habían pasado cientos de días con sus noches recorriendo cientos de kilómetros a pie sólo con el fin de buscar un futuro mejor. Y ahora, después de tanto tiempo, al ver una casa, se había derrumbado. Por fin lo había logrado, ahí estaba su futuro. Frente a ella: un campo, una casa… Y una alambrada.
Pseudónimo: “Clara”
Agonía en un prado
Se arrastra en el silencio. Ha regresado.
Se arrastra sobre la hierba aguda, fría, impasible. No respira, no hay aire. Los colores mudos le dan la espalda. No hay aire, siente dolor, profundo. Criminal. No hay aire. Su grito silencioso no brota de su garganta. Aullido de dolor que se desvanece.
Se arrastra en silencio. Ha regresado.
La húmeda hierba humedece su estéril cuerpo. Seco, enjuto, yermo, muerto. Sobre el frío prado se arrastra.
Necesita volver. Tiene que regresar. La casa está lejana para una mujer que es un reptil. Con sus vidriosos ojos la mira en el horizonte. Las lágrimas de su desértico cuerpo mojan la aguda, fría e impasible hierba.
Es una penitente en medio del silencio, de la agonía, de la muerte. Está regresando. La lejana casa la mira sombría. El cielo ha perdido su color, la casa está lejana. La hierba aguda, fría, impasible. La muerte espera.
Y en su último esfuerzo su aliento agónico siembra de recuerdos la fría tierra. Surgen de ese aliento lejanos sabores de juventud, cuando el cuerpo era fértil, cuando su lozanía desprendía un aroma de deseos que hacía que floreciesen los jardines, que las abejas libasen néctares de íntimos cálices, cuando los animales de la granja se apareaban tras percibir su olor. Cuando el cielo brillaba rojo al atardecer, encendido del deseo ajeno que iluminaba con sus mortecinos rayos. Cuando no había prado y había edenes de deseos desnudos. Cuando había aromas a hembras sembradas.
Se arrastra en silencio. Ha regresado.
Su cuerpo se tiñe de ceniza. Piernas ya muertas. La casa yace sobre un horizonte de agonía.
Es su último aliento. Regresa penitente. Todavía sobre su piel conserva el recuerdo de su roja pasión. Sabe que él estará dentro. Busca perdón. Ofrece su último beso.
Se arrastra en silencio. Ha regresado.
Antes de comenzar los duros exámenes de este primer trimestre, echemos el último vistazo al pasado verano: tres relatos basados en una foto de las últimas vacaciones.
EL DÍA QUE FUERON GRANDES
El 15 de julio de 2015, cinco personas subían por las colinas siguiendo las pisadas de muchas otras almas aventureras que anteriormente exploraron esos montes. La subida les costó poco, menos de lo que pensaban y disfrutaron de la grandeza que ofrece la naturaleza y de todos los secretos que guarda. Conversaban entre ellos con emoción, pero una vez en la cima solo hubo silencio y miradas de admiración, se sentían diminutos a la par que enormes. Capaces de controlarlo todo y a la vez nada. La bajada fue dura, les costó mucho, más de lo que pensaban. Hicieron varias paradas, mucha inclinación y pocas ganas. Piernas pesadas, piel mojada, ojos cansados y con ganas de llegar. El silencio se alargó a pesar de que a ratos alguno de ellos se quejaba sin recibir respuesta. Los rayos del sol cada vez caían más pesados sobre sus nucas y, cuando aun les faltaban muchas piedras por pisar, se les acabó el agua. Llegaron sedientos pero satisfechos: nunca olvidarían el día en el que pudieron verlo todo, en el que pudieron ser todo.
Beatriz Agustín Gómez (4º ESO)
EN ALGUNA PARTE DEL PLANETA
Mes de julio o agosto, ya no lo recuerdo con exactitud, parece que haya pasado mucho tiempo, ya solo un recuerdo…
Mañana soleada, tranquila, divertida pero fría. Ahí estamos, en el fin del mundo, en la última ciudad de Sudamérica, a tan solo unos kilómetros del Océano Atlántico.
Mientras medio mundo disfruta del verano, nosotras huimos al frio invierno, para poder hacer lo que más nos gusta, esquiar; pero no solo eso, conocer gente y disfrutar de los pequeños rincones del mundo, donde al parecer compartimos una misma pasión.
Tres chicas de parecida edad que, tras una larga jornada de competiciones, disfrutamos de lo que nos une y nos complementa a cada una, la nieve.
Beatriz Labanda Lacasta (4º ESO)
EL ÁRBOL DE LA MONTAÑA
Y es ese momento en el que te sientes libre, como un pajarillo cuando sobrevuela una gran ciudad bajo la oscuridad de la noche, ese momento en el que te das cuenta de que las cosas solo ocurren una vez, y es entonces cuando empiezas a valorar todo lo que te rodea…
Era una mañana de calor, aunque a esa altura se llame calor cuando se ve el sol brillar sobre un cielo perfectamente pintado de azul. No siempre se puede disfrutar de días así, pero yo sabia desde que nos levantamos en aquella habitación del refugio de Respomuso y abrimos las ventanas, que aquel iba a ser un día especial.
Con los ojos entrecerrados por la clara luz de la mañana y ojeras que indicaban que nos acabábamos de despertar, bajamos al comedor del refugio para tomar algo de desayunar: un buen vaso de leche y unas galletas nunca vienen mal para empezar bien el día.
Después de haber cargado las pilas nos pusimos las zapatillas de montaña y decidimos salir por el monte, a dar un paseo bajo aquellos gigantes de piedra que dan nombre a nuestros Pirineos.
Yo, que conocía perfectamente la zona, decidí llevar a mis tres amigas y a mi alocado perro a un pequeño ibón. La cristalina agua reflejaba las inmensas montañas que rodeaban el ibón y permitía observar a través de ella las rocas en la profundidad y algunos pececillos nadando sin miedo alguno. Daban unas ganas increíbles de bañarse y poder nadar como aquellos peces, pero tras descalzarnos y poner los pies en remojo nos dimos cuenta de que aquello, a tanta altura, solo lo podían hacer los animales acuáticos acostumbrados a ello, pues el agua estaba demasiado fría para nosotras.
Sin ningún tipo de problema decidimos sentarnos bajo ese gran árbol de quién sabe cuántos años que dibujaba una perfecta sombra bajo él, ese árbol desde el que pudimos observar las increíbles vistas que nos rodeaban, ese árbol en el que nos dimos cuenta de que juntas somos grandes, de que juntas no nos para nadie, ese árbol testigo de nuestros secretos, ese árbol en el que nos sentimos libres y nos dimos cuenta de que momentos como ese solo ocurren una vez y por eso debíamos aprovechar los pocos días de verano que nos quedaban antes de volver a la rutina.
Andrea Abajo Rubio (4º ESO)
AGUACERO EN SANTANDER
Ha sido un verano de mucho calor. El sol, implacable, no remitía ni un instante en su terco y agobiante resplandor. Cada día que pasaba se instalaba una mayor pesadumbre en los rostros con los que te cruzabas. Los parias trabajaban a la intemperie y el cocinero del restaurante te miraba desde su humeante agujero con los ojos inyectados en sangre tras haber pedido los consabidos calamares veraniegos.
Parecía que en una de esas noches irrespirables alguien (el vecino, el pobre sedente de la puerta de la iglesia, yo misma) iba a cometer un asesinato. Decidí marcharme a Santander. A mi llegada, unas enormes nubes plomizas invadían todo el cielo. Sin embargo, allí el calor tampoco remitía.
Un luminoso relámpago alumbró toda la ciudad. Se hizo un silencio esperando el deseado trueno. Fueron cayendo pequeñas gotas de agua que todos mirábamos con aprensión, pues incluso los paisanos ya se extrañaban de la lluvia caída del cielo como un maná. Por fin el cielo descargó su torrencial y refrescante aguacero con olor a rocío matutino. Los tensos rostros se relajaban a la par que resbalaban las gotas por nuestras caras. La gente empezó a mirarse, a sonreír, incluso a bailar.
Tres horas después se escuchaba: ¿Pero es que no va a parar? ¡Qué frío! ¿Cuándo va a regresar el verano?
Cinco alumnos del IES Domingo Miral de Jaca han sido seleccionados como ganador y finalistas de la fase autonómica de este concursorealizado por la AGE (Asociacion de Geógrafos Españoles).
Irene Molina (3º ESO) wrote this essay about one of the topics of the year. Don´t be lazy and read it because it is awesome!
The Environment is the totality of the natural world (often excluding humans).
It’s not only the space where life is developed, but also the living-things which live in it, the water, the air…
We, as humans, are forgetting how important the environment is, we’re forgetting we have to protect it. And yes, it’s important to live the present and “don’t-worry” so much about the future, but we can’t act as if we were the only generation that’s going to live on the Earth. Seguir leyendo The Environment!→
Desde que entré al instituto, tuve claro lo que quería estudiar pasado el bachillerato: periodismo, una profesión creativa, diferente y que siempre acaba reconociendo el esfuerzo puesto en él. Ha sido una suerte tener claro esta meta desde tan joven puesto que en los últimos años he tenido el enorme privilegio de adentrarme en este mundo que tanta experiencia me está proporcionando por adelantado. Comencé escribiendo en vavel.com donde continúo actualmente en la sección de la Premier League inglesa; por otra parte tengo también la fortuna de formar parte de una nueva web de deportes de la provincia (sporthuesca.com) con menos de un año desde su estreno pero que ya está teniendo un gran éxito. Las ganas y la ilusión por seguir haciendo lo que más me gusta, un periodismo justo y de calidad en especial deportivo, continúan intactas y por ello sé que he escogido el camino adecuado, el que de verdad me llena.
Nos hace llegar Sofía este trabajo de documentación y síntesis que le encargaron el año pasado, cuando cursaba sexto de primaria. Eligió el síndrome de la micropsia.
CLASIFICADOS DESDE EL NACIMIENTO – ENSAYO FILOSÓFICO
Me acuerdo como si fuera ayer de todos los días en los que me preguntaba por qué somos quienes somos, o dicho de otra manera, qué es lo que determina nuestro ser, si la naturaleza o la cultura. Pasé días y días creyéndome un verdadero investigador y filósofo, ya que buscaba respuesta a una pregunta que a simple vista parecía ser sencilla. Cuando conté a mis amigos lo que estaba haciendo, ellos se reían y me decían que dejara de hacer eso, que eso lo tenían que hacer las personas más mayores, que ahora nosotros nos teníamos que centrar en estudiar y ligar. Sin darme cuenta hasta el final, ellos me habían dado la respuesta.
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